1.- La primera de ellas, contada por mi abuela, campesina. Para que un árbol crezca bien, hay que regarlo, enderezarlo si se tuerce y cuidarlo todos los días. Si se dobla, hay que volver a intentarlo y reforzarlo, sin parar de regar. Así crecerá y dará buenos frutos. Y hay que regarlo. Mi tío, de jovencito, tenía unas buenas orejas. Había que enderezarlas y pegarlas hacia adentro. ¿Y cómo lo arregló ella? Poniéndole esparadrapo todos los días. Con cuidado, pero sin parar. Sobrevivió.

2.- La segunda, en plan parábola del gurú o libro de autoayuda. Todos conocemos cómo es el césped y cómo es un arbol. El césped crece rápido, bonito, verde. No obstante, es frágil, necesita mucha agua, se puede secar fácilmente y se arranca muy rápido con solo cogerlo con el puño de una mano. El arbol, sin embargo, crece más lento pero seguro, con fuerza. Con el paso del tiempo se hace robusto, mucho menos endeble y fiable.

Muchas tiendas online y negocios digitales nacen y crecen incluso rápido, pero mueren pronto. ¿Prefieres ser una tienda-árbol o una tienda-césped?

Por lo tanto, nuestras tiendas online hay que atenderlas y mejorarlas día a día, igual que atenderíamos a nuestra tienda offline. Y son igual de caras de mantener. No funcionan solas.

No hace falta ser los más expertos, ni los mejores campesinos. Solo tenemos que conocer cuáles son las reglas del juego, es decir, conocer el clima y la tierra que vamos a labrar.